Ello
El ello se consta de todos los componentes biológicos de la
personalidad, como los instintos sexuales y agresivos. Este es el único
componente de nuestra personalidad que está presente en nuestra vida desde que
nacemos. Los otros elementos se desarrollan durante nuestra vida. El ello funciona inconscientemente, responde directamente a nuestros instintos.
El ello es como
una fuente plena de instintos primarios. Es como la “olla a presión”. Según la
teoría freudiana, el ello se guía por el
principio del placer, que tiene un único propósito – obtener satisfacción
inmediata de todos los deseos y necesidades humanos.
Parece que es imposible satisfacer todas las necesidades y
deseos de nuestra vida. A veces una necesidad puede ser dejada insatisfecha.
Los que no cumplan sus necesidades van a experimentar un estado de ansiedad o
tensión.
Como ya he dicho, el ello está presente en nuestra vida
desde que nacemos. Por ejemplo, un bebé hambriento gritará hasta que su
necesidad se satisface. El ello es muy importante en nuestra vida, porque nos
guía a satisfacer nuestras necesidades primarias para sobrevivir.
Cuando nuestras necesidades están satisfechas, lo que
sentimos se llama placer. El ello no se ve afectado por la realidad o la
lógica. Las consecuencias no significan nada para el ello, él tiene un soló
propósito: satisfacer las necesidades primares.
Yo
El yo es responsable de la relación con la realidad. Este
componente de la personalidad tiene el propósito de asegurarse que los impulsos
del ello pueden expresarse de una manera aceptable para la sociedad en que
vivimos. El yo desarrolla varios mecanismos de defensa para hacer frente a la
ansiedad y las tensiones.
El yo es impulsado por el principio de la realidad que trata
de satisfacer los impulsos del ello de una manera aceptable. El principio de la
realidad compara los costos y los beneficios de una acción y después, decide
actuar o abandonar los impulsos respetivos.
El yo es el mediador entre los deseos poco realistas del
ello y el mundo externo, el mundo real. El yo también busca el placer tal como
el ello lo hace. Pero hay una diferencia. El ello busca el placer y no le
importa en absoluto las consecuencias. El yo trata de evitar el dolor y busca
el placer de una manera realista.
Freud hizo una analogía: el ello es el caballo, mientras que
el yo es el piloto. El piloto trata de controlar la fuerza superior del
caballo.
A menudo se utiliza la metáfora del iceberg para explicar la
relación entre las tres partes de la psique humana: ello, yo y superyó. Según
esta metáfora, el ello representa la mitad de la conciencia y una cuarta parte
del preconsciente. La otra cuarta parte se encuentra en el inconsciente.
Superyó
Según Sigmund Freud, el último componente de nuestra
personalidad es el superyó. El superyó incorpora las normas morales y valores
de la sociedad en que vivimos. Aprendemos estas normas y valores, especialmente
de nuestros padres, pero también de otras personas que nos rodean como amigos,
abuelos y maestros. Freud sugirió que el superyó se desarrolla a la edad de 4 –
5 años, durante la etapa fálica del desarrollo psicosexual.
El superyó controla los impulsos del ello, especialmente los
no aceptadas por la sociedad en que vivimos. Por lo general, los instintos
sexuales y agresivos no son aceptados por las personas que nos rodean.
El superyó tiene dos partes principales: el ideal del yo y
la conciencia moral.
El ideal del yo es el retrato imaginario que muestra cómo
debemos ser para respetar las reglas de la sociedad en que vivimos. El
comportamiento que tratamos de lograr es fuertemente influenciado por nuestros
padres y otros autoridades de nuestra vida. Respectando estas normas y reglas,
nos sentimos aceptados, y tenemos sentimientos de orgullo y logro.
La conciencia moral contiene información acerca de las cosas
y el comportamiento inaceptable por nuestros padres o por nuestra sociedad.
Comportamientos prohibidos pueden conducir a la pena y el sentimiento de culpa.
Por ejemplo, si el yo trata de satisfacer los impulsos agresivos del ello, el
superyó hará que la persona se sienta culpable.
Los seres humanos parecen ser un campo de batalla donde dos
luchadores de gran alcance, el ello y el superyó luchan juntos. El yo tiene la
misión difícil de mediar los conflictos entre el ello y el superyó. El ello
exige la satisfacción de los instintos primarios. El superyó se centra en las
normas morales de nuestra sociedad y puede hacer que el yo se sienta culpable.
Según Sigmund Freud, una personalidad sana se caracteriza
por un equilibrio entre los tres
elementos de la mente humana: ello, yo y
superyó.
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