La sociedad del espectáculo es un film de carácter socio-político,
basada en la interpretación de Guy Debord del trabajo de Karl Marx.
Cuando se le consultó sobre la
interpretación correcta de su obra, Debord señaló que poco le interesaba si su
cinta era comprensible o no ante el público, ello lo podemos apreciar al encontrar
amplios párrafos que luego son inmediatamente contradichos por el mismo autor,
generando en el mayor de los casos confusión. Sin embargo, algunos patrones
empiezan a emerger dentro de su exposición, donde predomina la constante
crítica hacia el modelo social, que vive en negación consigo misma al tener
conductas antinaturales del ser humano.
La apariencia de una persona ante
la sociedad supone la negación a la vida propia puesto que, en busca de
aceptación colectiva, el individuo desvirtúa su propio carácter. Guy Debord
ridiculiza esta actuación y advierte que este tipo de conducta universal, se
autoalimenta produciendo sometimiento del hombre ante la comunidad, y ante uno
mismo. La sociedad del espectáculo es
un autorretrato del poder, un poder inexistente debido a que sus raíces son
falacias que corrompen un correcto modelo de vida entre las personas.
Vivimos en una ciudad que se
satisface con tener lo imaginario más que lo real, que aplaude la mentira y
desestima la sinceridad. Debord nos muestra situaciones de todo tipo en su
filme: desde lo banal de elegir un vestido para encajar en el modelo social,
hasta la sed de guerra que conlleva a naciones a sacrificar vidas con un
propósito mayor, tal cual aseguran.
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